aquellas lágrimas
que otrora llovían
a flor de piel
son hoy
un lejano recuerdo.
aún así,
a uno le lleva
cierto trabajo
desprenderse
del pasado.
fue el paso del tiempo
el que me formó una escama,
una especie de costra-coraza
que me protege.
a mi las lágrimas
ya no me asustan,
ni me incitan.
no. ni las angustias.
ni san valentín.
martín toyé © 2015
febrero, 2015
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